Simetría y Aire - Su importancia

Supongo que gracias a la facilidad que Internet nos proporciona para la búsqueda inmediata de información ciertos conceptos técnicos se han democratizado, vulgarizándose - en el buen sentido de la palabra - los conocimientos medianamente necesarios para plasmar una composición respetable. Proporción áurea  regla de los tercios, jugar con la dirección del elemento o tirar de diagonales han saltado del bolsillo de unos pocos para ser factores a tener muy en cuenta cada vez que pulsemos el botón. Quiero creer que  absolutamente nadie se dedica a hacer fotos con escuadra y cartabón, sería la máxima bobada fotográfica, midiendo los centímetros necesarios para que los elementos se posicionen en los puntos teóricamente correctos. Las reglas de composición se estudian, se conocen y directamente se aplican a ojo desde un segundo o tercer plano, sin intermediar dificultándonos la toma, evidentemente es cuestión de práctica. Sólo nos faltaría tener otro enemigo más en casa para intentar desenfundar en cuestión de segundos y llevarnos ese pajarito que acababa de posarse sobre nuestra barandilla. Sería imposible.

Hoy quiero hablaros de las dos técnicas de composición que me suponen más quebraderos de cabeza; como titulé, simetría y aire. Ambas son las que menos dependen del fotógrafo, sobre todo la simetría, debido a que no somos ni el arquitecto ni el diseñador ni el ingeniero de esas calles, monumentos y edificios. La Wikipedia define la simetría como la invarianza bajo ciertas transformaciones, movimientos o intercambios. No hablamos en fotografía de una simetría matemática, de un tiralíneas perfecto - no siempre, pero todo tiene su momento - prefiero pensar en ella como un peso visual, como si cada elemento de la obra dispusiese de su peso real, en tamaño y forma, debiendo estar repartido de una manera proporcional,
de una manera simétrica. Creo que no hace falta decir que sería innecesario, incluso de mal gusto, hacerles el mismo paseillo a todos los trabajos. Cada foto es de su madre y de su padre y con ello lleva implícitos ciertos rasgos característicos que sabrán marcarte el cuándo y el porqué.

Por otro lado está el aire, lo que el silencio a una partitura, el espacio que enmarca la foto, tan importante o más que la simetría. Este aire está más relacionado con el encuadre y su posterior recorte. A veces no disponemos del que buscamos por diversas causas, normalmente por nuestro objetivo o por no disponer del espacio suficiente como para movernos holgadamente para abrir plano. Él es el culpable de transportarnos a una sensación agobiante, claustrofóbica o por el contrario de ofrecernos libertad de movimiento, hacernos sentir que por mucho que bailemos alocadamente en la oscuridad nuestros meñiques no se troncharán contra la pata de ningún mueble. El aire conlleva la misma importancia que el elemento principal, no existe el uno sin el otro.

Una vez medianamente definidos los conceptos y explicados bajo mi forma de verlos, quiero haceros partícipes de dos claros ejemplos de edición fotográfica, de Adobe Photoshop, para realzar lo que por un lugar no nos ofrece el medio en el que nos encontramos y por otro no disponemos de los medios materiales como para solventar esas barreras que se nos presentan. Ejemplificaremos con dos fotos, un antes y un después. Os dejo tiempo si queréis para jugar a las diferencias. Sólo hay una reseñable en ambos casos.



En la primera columna el Monumento a Calvo Sotelo con las inconfundibles Torres Kio coronando el fondo, alguna que otra más pegada de lo debido al elemento central. En la columna de la derecha estamos subidos al Metropol Parasol, con un bokeh de fondo difícilmente mejorable, no por la técnica, sino por las vistas, la Catedral, su Giralda y fijaos a la izquierda en el Puente del V Centenario. Ya os he dado pistas.


Reconozco que la Torres Kio llegaron a sacarme de quicio. Algunos lo llamarán perfeccionismo, otros directamente gilipollez, ambas conclusiones igual de válidas, aunque en mi caso prefiero quedarme con la primera, no obstante cuando gasto horas para ciertos arreglos no dudo en clasificarme dentro de la segunda. He marcado con un círculo el área modificada, transportando la torre oeste unos centímetros a la izquierda sobre la imagen para de esa forma conseguir algo más de simetría, no la matemática ya que le restaría realismo, pero de esa forma a su vez ganar ese aire que necesitaba la zona en concreto, rebajando la asfixia. Añadir que este enclave es el menos simétrico de la historia de la arquitectura. Si encima ya le sumas el Obelisco de la Caja, apaga y vámonos.

En el segundo caso estaba trabajando con un teleobjetivo, no tenía la posibilidad de dar ni medio paso más atrás, mi espalda chocaba contra el final y era justamente ese el encuadre que iba buscando. ¿Qué fallaba? El dichoso puente. No aparecía en su totalidad, ya no es que se olvidase del aire sino que directamente no quiso salir ni en la foto. ¿Solución? Reinventarlo, acortarlo y presentarlo como el único elemento del tercer plano fotográfico, mejorando la composición a niveles de forense o como bien dije antes, a niveles de auténtico gilipollas. Ustedes decidan.
Fotografía
mayo 17, 2013
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